Una Reflexión Personal: Más Allá de la Técnica
El arte, más allá de las técnicas y estilos, es un viaje íntimo y personal. Hoy quiero traspasar las preguntas habituales como ¿se puede vivir del arte? o ¿merece la pena intentarlo?. Prefiero invitarte a reflexionar conmigo la experiencia creativa, y la lucha que sentimos muchas personas a la hora de encontrar nuestra propia voz y no perdernos en un mar de posibilidades creativas.
El arte no solo dibuja un rostro o un paisaje, sino también una búsqueda. Quizás ya hayas notado que cada trazo, cada color, refleja preguntas más profundas: ¿quién soy? ¿qué quiero transmitir?
Personalmente he dedicado muchos años a explorar diferentes técnicas y temáticas, desde el realismo detallado hasta la abstracción libre, pasando por acuarelas, óleos y otros muchos materiales. Y es que mi trabajo como docente me ha llevado a recorrer caminos diversos, para poder ayudar a otros a encontrar su voz artística. Paradójicamente, en ese proceso sentí que yo perdía mi propia voz.
Y es que muchas veces, cuando nos aferramos a la técnica, lo que inicialmente es una herramienta de expresión, puede convertirse en una limitación. En mi caso, mi deseo de demostrar conocimiento y habilidad me alejaba de la autenticidad de esos primeros años en los que pintaba con libertad, sin la presión de alcanzar un ideal.
El Regreso al Origen
Decidí entonces volver a mis raíces, a esos momentos en los que el arte era puro y esencial, a esos primeros trazos llenos de inspiración y libertad, antes de que la técnica lo complicara todo.
Esos primeros trabajos, aunque técnicamente imperfectos, contenían una esencia que a menudo echo de menos en mi trabajo actual: simplicidad, honestidad, inocencia.
Con esa idea en mente me lancé a la búsqueda de referentes artísticos que pudieran inspirarme o ayudarme a reconectar.
Color y Dibujo: Una Lucha Interna
Esta búsqueda me llevó a una encrucijada que ya existía en el Renacimiento: disegno (el dibujo como base racional) frente a colorito (el color como emoción y libertad). Estos dos enfoques representan formas opuestas, pero complementarias, de entender el arte.
El disegno, asociado a la escuela florentina, pone énfasis en la estructura, la proporción y la geometría. Artistas como Botticelli o Leonardo da Vinci son ejemplos de esta corriente, donde la perfección de la forma y la idealización predominan.
En estas obras de Maruja Mallo, se aprecia la herencia de la tradición del dibujo.
Por otro lado, el colorito, originado en la escuela veneciana, celebra la libertad del color, la luz y la emoción. Tiziano y Giorgione, entre otros, exploraron la pintura como una experiencia sensorial, más que intelectual.
A la escuela veneciana siguió una larga tradición de pintores basados en esta idea del color como principal ingrediente pictórico. Os dejo unos ejemplos de Renoir y de Rembrandt dónde se puede apreciar la cualidad emocional y sensorial de la pintura colorista.
Yo me encuentro constantemente debatiéndome entre estas dos corrientes. Me fascina la sobriedad del dibujo y la precisión intelectual que conlleva, pero también me atrae la sensualidad del color, su capacidad para transmitir emociones sin necesidad de palabras. Elegir entre una y otra es una decisión compleja porque, en cierto modo, implica renunciar a algo valioso.
El Desafío de Crear en Tiempos de Saturación
Si antes del invento de Internet, ya era complicado decidirse entre color y dibujo, ¡imaginemos hoy en día!
Vivimos en una era donde las posibilidades creativas son infinitas, pero también abrumadoras. Las redes sociales nos exponen a un aluvión de imágenes, estilos y técnicas en cuestión de segundos. Si bien esto democratiza el acceso al arte, también puede ser paralizante para los artistas.
Con internet ¿Cuántas obras de arte podemos ver en un minuto? ¿Cuántos artistas diferentes, cuántos museos de cualquier lugar del mundo podemos visitar o ver en apenas una hora?
A veces me encuentro atrapada en un ciclo de comparación constante, viendo obras en Instagram o Pinterest que me hacen cuestionar mi propio trabajo. Es fácil perderse en este mar de información y olvidar por qué comenzamos a crear en primer lugar.
La Belleza de la Imperfección
Nunca he creado una obra de la que me sienta completamente satisfecha. Siempre hay algo que podría mejorar, algo que no salió como esperaba. Pero, paradójicamente, esa insatisfacción es lo que nos impulsa a seguir creando. El arte, como la vida, es un proceso continuo de exploración y aprendizaje.
Nuestro arte cambia con nosotros a medida que evolucionamos. A veces no se parece en nada a lo que admiramos de otros artistas, y eso es lo que lo hace único. Porque nos guste o no nuestro arte es profundamente NUESTRO, y solo por eso, yo creo, que merece nuestro respeto.
El Valor del Tiempo
Así que cuando miro mis obras y me pregunto si voy por el camino correcto, si estoy acercándome a mis objetivos, si me siento identificada con mi obra… Bueno, ahora sé que lo más importante no es nada de eso…
En una sociedad que valora la inmediatez, tomarse el tiempo para escuchar nuestra propia voz es un acto de resistencia. Cada trazo que hacemos, cada obra que pintamos, es un recordatorio de que el tiempo que dedicamos al arte es un regalo para nosotros mismos. No importa si el resultado no es perfecto; lo importante es el proceso, el acto de crear.
Si quieres ver todo el proceso en la creación de esta obra con todos la información del material que he utilizado tienes el vídeo aquí abajo:
Y tú, en este mundo acelerado, ¿cómo encuentras tu espacio para expresarte? Comparte tu experiencia en los comentarios.
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