Imagina por un instante que pudieras detener el flujo del tiempo, que pudieras frenar el acelerado ritmo de esta vida que no vivimos, sino que consumimos, siempre de una experiencia a otra, continuamente agotados e insatisfechos. ¿No da la sensación de que el tiempo es ajeno a nosotros, que no tenemos ningún control sobre él, que es inhabitable

El filósofo Byung-Chul Han, en su libro La desaparición de los rituales, habla de habitar el tiempo como si fuera un hogar: “el tiempo que se precipita sin interrupción no es habitable”. El ritual es un ancla temporal, que nos ayuda a habitar el tiempo, a demorarnos y disfrutar de cada momento.

Como artista siempre me he preguntado: ¿Puede el arte ser un ancla que nos permita demorarnos en el momento presente?

Mi experiencia es que puede serlo, sobre todo cuando lo practicamos como un ritual.

Hoy en día muchos rituales se han ido abandonando, pero algunos permanecen como pequeños tesoros que han sido entregados generación tras generación, como es el caso de la ceremonia del té matcha o de la caligrafía japonesa shodō (camino de la escritura). 

Me llamo Alicia Gomar y me gustaría compartirte mi propio ritual artístico, que es mi vínculo con la vida y la naturaleza. Tengo la esperanza de que pueda servirte de inspiración para crear tu propio ritual artístico y te lleve a disfrutar del regalo de habitar tu tiempo.

Un ritual artístico de presencia:

  1. El encuentro:

Un ritual es cíclico. Se repite periódicamente, ya sea cada día, cada semana, una vez al mes o al año. Un ritual tiene un momento exacto en el que vamos a su encuentro y esto nos facilita el compromiso con la actividad y con nosotros mismos. El primer punto de nuestro ritual será buscar en nuestra agenda un hueco para él y respetarlo. 

 _Para mí, aprender a encontrar el momento perfecto del día y la semana en el que “no tengo prisa” fue fundamental. Estuve cambiando mi ritual hasta que descubrí el momento en el que todos “respetaban mi práctica” empezando por mí misma.

  1. El espacio sagrado:

Un ritual requiere de un espacio sagrado. No necesitamos que ese espacio esté lleno de tesoros, el espacio más digno puede ser el más pobre o el más sencillo. Este espacio merece ser respetado y nos esmeramos en mantenerlo siempre cuidado y limpio.  Debemos hacer comprender a los miembros de la familia,  que deben colaborar no invadiendo nuestro espacio en ningún momento mientras realizamos la práctica . Tómate tu tiempo para embellecerlo y ponerlo a tu gusto.

 _ Para mí, la luz natural, algunas plantas, unas gotas de esencia de tomillo y una mesa son suficientes para crear mi espacio sagrado.

  1. El tiempo y la pausa:

En el ritual el tiempo no es medido, no es considerado, porque todo sucede a su debido tiempo. Existe una confianza en el proceso, en el que cada acto se demora lo necesario para ser llevado a cabo con respeto. Lo que importa es “lo que haces y cómo lo haces” no “cuánto te demoras en hacerlo”. Por eso te aconsejo que nunca hagas tu ritual con prisas, o con una hora límite para terminar.

_Yo practico mi ritual artístico a primera hora de la tarde, después del almuerzo. En España es la hora de la siesta y todo el mundo está descansando, por eso sé que cuento con unas horas de intimidad y quietud. A veces me demoro hasta que se pone el sol, sobre todo en invierno. Me encanta que sea la luz natural la que ponga fin al ritual con su marcha.

  1. Respeto al material:

Respetar tus materiales es amar a la naturaleza. Cada vez que se nos estropea un material por un mal uso y tenemos que reemplazarlo, estamos incidiendo con un impacto negativo en la naturaleza. 

_ Después de cada práctica dedico todo el tiempo necesario a limpiar y secar mis herramientas y las almaceno de forma que estén protegidas. Me gusta cerrar bien los botes de pintura y colocarlos ordenadamente. Guardo la pintura que me sobra y las pinturas tóxicas las desecho en un bote especial que luego llevo a gestión de residuos. Considero estos gestos un agradecimiento a la naturaleza por lo que ella nos regala cada día.

Este es el espacio donde almaceno mis materiales. Está construido con material reciclado, pero me ayuda a dar su lugar a cada material y herramienta.
  1. Incorporar la práctica:

El ritual necesita ser “incorporado” La palabra incorporar viene del latín y se compone del prefijo in- (hacia el interior) y la raíz de corpus, corporis (cuerpo), meter en el cuerpo. 

Para los maestros de la caligrafía, preparar la tinta es parte fundamental de la escritura. El gesto repetitivo circular del brazo, sirve para incorporar el ritual: centra la mente y libera el movimiento. 

Nosotros podemos encontrar en la preparación de los materiales el estado mental y corporal adecuados para favorecer el acto creativo. _ Cuando voy a trabajar con óleo, acuarela o gouache, escojo las pinturas que voy a utilizar y las coloco con cuidado y respeto en la paleta. Cuido el orden en que las sitúo y reviso si necesitan ser amasadas o premezcladas. Lo mismo hago con mi papel, tensándolo previamente. Para mí cada gesto previo es parte del disfrute y me ayuda a centrarme en el acto creativo.

  1. Supraconciencia e intuición:

 Cuando creamos, conectamos con nuestra conciencia única e irrepetible, con nuestra intuición. Pero ¿qué es la intuición?

Diferentes filósofos como Kant o Carl Gustav Jung reconocen que la intuición no está relacionada con el intelecto, sino con la sensibilidad y la manifestación del inconsciente.

Artistas como Gauguin o Beethoven afirmaban no haber “inventado” sus obras, sino “copiado lo que estaba en su mente cuando cerraban los ojos”. 

El escritor Balzac dedicó innumerables reflexiones acerca “éxtasis de la creación” sosteniendo que el artista mientras crea está “ fuera de sí mismo, más allá de sí mismo”.

Se sabe la pintora Hilma af kint pintaba en trances espirituales, con técnicas similares a la escritura automática surrealista, o la pintora autodidacta Séraphine Louis, describía su proceso creativo como “fruto de la mano de los ángeles”.

La verdad es que ningún artista conoce los misterios de su propio proceso creativo y esto es porque como decía Jung, esa fuente de inspiración, ese impulso que nos toma, esa capacidad que tiene el cerebro de conectarse con una sabiduría universal, no es racional, sino que está estrechamente ligada con la intuición.

¿Pero, cómo conectar con nuestra intuición?

  1. Adiós al ego

Seguro que te ha pasado en algún momento estar pintando y pensar en las críticas que esa pintura va a recibir por parte de tus amigos, familiares o incluso en cómo se verá en las redes sociales…

En los momentos en los que actuamos dominados por el ego no podemos ser libres, no podemos conectar con nuestra intuición. La intuición nos marca el camino hacia la verdad. Y ese camino, no siempre está alineado con la última moda del algoritmo de turno…

Si entendemos que la intuición forma parte de un saber colectivo, de una energía global que nos conecta, podremos dejar de ser sólo “uno” para ser “un todo”, sin por ello abandonar nuestra esencia, porque la sabiduría universal es a la vez única e irrepetible en cada uno de nosotros.

Cambiemos la finalidad con la que hacemos arte. No lo hagamos por el halago, por la destreza técnica, ni siquiera por la originalidad. Como propone el arte de la caligrafía japonesa “shodō, camino de la escritura”, creemos por caminar al encuentro de ese yo, que nos libera del peso de nuestra propia finitud y nos conecta con algo más trascendental que nosotros mismos. 

Que el arte nos sirva para SER, para habitar nuestro tiempo, a nuestro ritmo. 

Gracias por leerme y feliz camino.

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Sobre mí: Alicia Gomar, persona que habita la naturaleza, artista y pedagoga.

Youtube: Alicia Gomar https://www.youtube.com/aliciagomar

Instagram: @aliciagomar.art

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